“Las aplicaciones son innumerables: desde trabajos de intervención de desarrollo de la esperanza en familias con enfermos crónicos, mejora del bienestar en las empresas en busca del alineamiento entre el sentido de la vida y el trabajo, o programas para desarrollar y utilizar el optimismo o el sentido del humor en la enseñanza de los proyectos de intervención positiva a poblaciones que viven en la marginalidad y la pobreza”, explica Luis Miguel Neto, profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de Lisboa, en Portugal.
Los especialistas sostienen que para incluir la psicología positiva a la terapia es fundamental ayudar a la gente a que se quite la costumbre habitual de mirar más lo que funciona mal que lo que realmente anda bien. Para eso, en el modelo habitual que utiliza para evaluar al paciente se incluyen preguntas nuevas que apunten hacia lo positivo: “¿En qué momentos de tu vida te sentís o sentiste bien con vos?”, “¿Qué hacías?”, “¿Cuáles dirías vos que son tus habilidades o fortalezas máximas?”.
Una de las claves de la psicología positiva está centrada en la realización de acciones que ayuden a lograr ese bienestar tan ansiado. “Involucrarme en actividades en las que pongo en juego la creatividad, ser amable, agradecido, cultivar los vínculos, aprender a perdonar y a saborear con atención plena las cosas que nos suceden, buscar nuestras fortalezas, comprometerme con mis objetivos, amar y ser amados, el sentido del humor, aumentar mi percepción de autoeficacia, hacer ejercicio físico, desarrollar habilidades nuevas”, ejemplifica Viviana kelmanowicz, docente titular de la cátedra Psicología Positiva en la Práctica de la Licenciatura en Psicología de la Universidad de Palermo y miembro de la Asociación Internacional de Psicología Positiva.
“Buscar vidas comprometidas con algo donde podamos invertir nuestras virtudes y fuerzas personales y tener momentos de fluidez. Tener una buena dieta de emociones positivas, ya que los estudios muestran que quien decide y escoge sentimientos positivos, independientemente de lo que pase, tiene una longevidad en media de más de diez años que los que se irritan, frustran, entristecen o estresan a cada momento”, agrega Neto.
La diferencia entre la terapia convencional y la psicología positiva es que ésta última tiene como fundamento optimizar y alargar lo que hay de bueno, de funcional y de positivo en las personas, poniendo el foco en el crecimiento postraumático y no tanto en términos de estrés postraumático, de felicidad y bienestar en vez de depresión.